A principios del siglo XIX, en una España destrozada por las luchas contra Napoleón, un niño queda abandonado a las puertas de un convento de frailes franciscanos.
Deciden adoptarlo y educarlo, con la intención de que en un futuro sea una persona que tenga la oportunidad de conseguir la aceptación de los demás y no se sienta desplazado de la sociedad, dándole el nombre de Marcelino.
Pasan cinco años, en los que el pequeño Marcelino hace las delicias de los frailes. Pero el muchacho desea algo: subir a un desván donde le han dicho que hay un hombre que le llevaría.
Cuando, por fin, logra subir al desván, descubrirá un crucifijo con un Jesucristo del tamaño de un hombre que le habla.
Marcelino piensa por primera vez que el crucificado sufre, y cada día roba de la cocina pan y vino, para llevárselos y le da de comer para aliviar su dolor.
Así empieza la amistad entre Jesucristo y el niño, cambiándole el carácter, pues Marcelino vive en un mundo fantástico.
Lo que más desea es conocer a su madre, que está en el cielo, y el Señor se lo concede, llevándoselo consigo.
1 comentario:
maravillosas fotografias, ademas me hizo imaginar muchas cosas a partir de la historia de marcelino
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